Gestión cultural

TURISMO CULTURAL EN  RAPA NUI

Por Julio Hotus Salinas

Isla de Pascua o Rapa Nui, es uno de los destinos turísticos más llamativos de la región y del país. Y, por qué no decirlo, uno de los más conocidos a nivel mundial, gracias a las huellas que dejara una de las poquísimas sociedades que lograran un desarrollo alto en completo aislamiento.

Descubierta para el occidente por navegantes en las primeras décadas del siglo XVIII, causó una gran impresión las imágenes de estatuas por entre las cuales se movían escurridizas figuras humanas que se sorprendían con la visión, inesperada quizás, de otros seres humanos.

De acuerdo a estudios y prospecciones arqueológicas, en más del sesenta por ciento de la Isla se ubican hasta 35.000.- vestigios de intervención humana que data de periodos muy anteriores al contacto. Y, del territorio no investigado se aproxima otro tanto que podrían llegar a 60.000.

Aquello podría indicar una sobrepoblación del reducido espacio que, sumado a una cantidad limitada de recursos, crean teorías respecto de la posibilidad de un deterioro social de generación interna.

El visitante ha de tener presente que al caminar por cualquier sitio podría estar en presencia de restos arqueológicos por lo que es recomendable la excursión delicada y con consideración del deterioro potencial ante la indiscriminación.

Las habitaciones de los antiguos pobladores, tanto como otras construcciones que se requirieron para la vida diaria, aún pueden ser visitadas y reconocidas en sitios preservados en la Isla. Fogones, corrales abovedados para aves, jardineras de piedra y vestigios de habitaciones se dispersan por los sitios tribales ancestrales distribuidos especialmente en las zonas costeras.

Pero también existen construcciones sepulcrales que, durante siglos, fueron variando en tamaño y estilos pasando a ser sólo cuevas hasta construcciones complejas coronadas, muchas veces, por moai de importantes magnitudes representando a personalidades.

Los moai que denominan a las esculturas, de cualquier tamaño o material, con características antropomórficas y tiene una etimología bastante simple. Derivado de la composición de mo que significa para y ai que significa existir, quiere dar a entender que las esculturas se hicieron para que la imagen del ser representado se perpetuara en el tiempo, para que existiera para siempre y su recuerdo no se diluyera en el tiempo. Y hoy, cumpliendo con el objetivo que les fue encomendado, se yerguen en la Isla para recordarnos que hubo un “modelo” que fue reproducido y debiera ser recordado.

En la actualidad, existen rutas turísticas creadas para los visitantes en el afán de mostrar la mayor cantidad de elementos posibles, todos ellos sobre los cuales se puede tener algún grado de manejo de conservación. Es decir, en las rutas turísticas más conocidas se muestran los sitios restaurados para que se conozca, pero hay otros elementos que el visitante merece conocer.

En sus costas, la Isla de Pascua, presenta bastantes paisajes muy interesantes desde el punto de vista geológico. Una geomorfología relativamente joven, de forma triangular y plana con la mayor elevación apenas por sobre los quinientos metros.

Formada en varias etapas de erupciones volcánicas, son las tres cumbres más alta de una cordillera submarina emplazada de oeste a este, bajo el Pacífico. Ellas conforman los vértices de la Isla y cada una es un cráter extinto que se corta en acantilados que superan los trescientos metros por el lado que enfrentan el mar.

Hacia el centro forman un gran valle interior salpicado de conos volcánicos e interminables galerías subterráneas que revelan la intensa actividad volcánica durante las etapas de formación de lo que hoy conocemos.

Ya que estas etapas están separadas por varios miles de años, el visitante puede encontrar en ciertos puntos, improntas de vegetación antiquísima entre los flujos de lava solidificados lo que nos da a pensar que en un futuro también podrían encontrarse huellas humanas en estas formaciones.

Las galerías subterráneas, cavernas, túneles y aleros, están en toda la Isla destacándose los complejos de Te Pahu (en el lado norte en las afueras del poblado de Hanga Roa) donde el visitante puede recorrer cientos de metros en plena oscuridad. Además, contiene una importante reserva de humedad que, en tiempos anteriores sirvieron para quienes buscaban refugio en su interior sin tener que emerger por el vital elemento. Cada ciertos tramos hay aberturas que fueron adaptadas como jardines para el cultivo de alimentos.

Gran parte del paisaje se compone de valles con suaves lomas regadas de pedregales que, si se miran con atención, se descubrirán los campos de cultivos ancestrales puesto que las rocas mantienen la humedad vital para el crecimiento de las plantas en épocas de menos pluviosidad.

Y, por otro lado, los volcanes contienen en su interior lagunas de gran profundidad que representan una reserva vital de agua.

Específicamente el volcán del vértice norte, Rano Kau, también posee un microclima que mantiene una exuberante vegetación de larga presencia en la Isla, la gran mayoría de ellas introducidas en diferentes épocas por acción natural o humana destacándose entre ellas nga’atu (totora), mahute (morera de papel), kumá (camote) y otros. También se pueden encontrar bosquecillos de acacios, cinamomos, higueras, paltos y vides de diferentes variedades.

Y, nuevamente, es importante destacar la cantidad de vestigios arqueológicos que se encuentran en las laderas interiores del volcán como fogones, petroglifos e incluso plataformas escalonadas destinadas, probablemente, al cultivo.

Al norte del Maunga Tere Vaka (que tiene una altura a la cima de 511 mts.) hay varios cráteres entre los que destacan Rano Aroi, Rano Mariku y restos de un gran cráter que, al parecer, se desintegró al formarse el sector de Hanga Oteo. A este área sólo existen huellas por las que se puede acceder a pie y con precaución. No es recomendable la visita en vehículos motorizados

Al extremo oeste se encuentra la península de Poíke que, de acuerdo a estudios geológicos, sería el sitio más antiguo de la Isla con más de tres millones de años. El cono volcánico que da el nombre a la península se eleva por cerca de trescientos metros sobre el nivel del mar. Los faldeos bajan suavemente hacia los acantilados. Incluso los farellones se presentan como grandes desniveles en el istmo. Llama particular atención, la ausencia de piedras y rocas en estas lomas que desde tiempos anteriores han sido utilizados como campos de pastoreo.

También allí se pueden observar vestigios de plataformas y moai esculpidos en traquita con muy finas terminaciones.

El borde costero ofrece al visitante no sólo el gran parque arqueológico sino también lugares de espectacular belleza natural desde donde se puede disfrutar del mar libre de contaminación con aguas cristalinas que invitan a la práctica de deportes náuticos como el buceo, fotografía submarina, surf, natación, remo, etc. En algunos sitios la visibilidad sobrepasa los treinta metros.

Las puestas de sol en plenilunio ofrecen espectáculos únicos puesto que se puede observar el horizonte circular de este a oeste si se hace desde un punto elevado tanto en invierno como en verano.

Desde el atardecer y hasta el amanecer se pueden observar los astros en un vasto y claro cielo puesto que la ausencia total de smog y gases contaminantes así como la instalación mínima de iluminación artificial propician el análisis sin complicaciones.

En el solsticio de invierno se puede apreciar  la fugar aparición de Matariki (Pléyades) segundos antes del amanecer desde el sitio conocido como Huri a ‘Urenga que se ha analizado como un posible observación astronómico. En sí, es una plataforma con un sólo moai orientado hacia el este, en el amanecer del invierno.

En el poblado de Hanga Roa, el visitante puede encontrarse con la historia de Rapa Nui y su gente, descendientes de quienes desarrollaran la civilización en las condiciones más aisladas.

Coinciden los registros históricos en que la población de la Isla casi se extinguió en su totalidad a fines del siglo XIX ante el colapso por la sobrepoblación, las enfermedades introducidas y los traficantes de esclavos.

Se divide, el poblado, en dos áreas: Hanga Roa y Mo’e Roa que antes se lo conocía como Mata Veri. Ellos se establecen en los primeros tiempos del contacto occidental especialmente con la llegada de los evangelizadores católicos que establecen su primera estancia en el sector de Tarakíu, en la costa sur. Pero que, eventualmente se mueven hacia Hanga Roa.

Y por empresarios ovejeros que vienen a establecerse para la explotación ganadera. Se instalan en una hacienda que interactuaba con los pocos habitantes originarios de la época. Se ubicó, en el sector de Mata Veri, la casa patronal de la Compañía Explotadora de Isla de Pascua y la sociedad que empezó a florecer se hizo en torno a este sitio fue en el área contigua Mo’e Roa.

Así, en Mo’e Roa se observó una tendencia progresista mientras que en Hanga Roa se mantuvieron por más tiempo las tradiciones arraigadas entre los troncos familiares que permanecieron distantes. Es importante no olvidar que las familias sólo se dividieron por la necesidad de trabajo en estos dos sectores pero son las mismas familias las que conforman la población.

Una de las características culturales que aún se pueden observar y que vienen desde tiempos de la evangelización son las religiosas católicas que aún se practican en la Isla

Nuevas propuestas culturales nacen en  los años 50 o 60 del siglo XX con  corrientes artísticas orientadas en gran parte a satisfacer la demanda de la creciente masa de visitantes. Los operadores turísticos de la  época enfocan la oferta, en principio, a conocer el patrimonio arqueológico que atraía  a  científicos. Y luego, este mismo interés se comienza a masificar con la llegada de la  línea aérea  con vuelos permanentes y la construcción  de  la  pista  de aterrizaje para servir Pascua de escala en viajes a las  islas  paradisiacas  de la polinesia.

Importante  también es  destacar, además de la  influencia occidental  venida  desde Chile continental, la influencia  tahitiana. Es posible  encontrar  hoy, en varios aspectos culturales, la mezcla  entre estas  tres  “corrientes”, si así pudiéramos  llamarla.

 Gran parte de la población  originaria profesa la religión católica, legado de los misioneros evangelizadores llegados a mediados del s.XIX. Si hacemos un repaso de la historia del pueblo rapanui, a esta Misión no le fue muy difícil introducir su dogma en una población ya disminuida y sobreviviente de un colapso  social de lo que fuera la antigua civilización. Los evangelizadores tenían también otro punto a favor: la experiencia en las islas del  Pacifico  central. Ya habían traducido gran  parte del Catecismo a una lengua afín, el tahitiano. Incluso este idioma fue introducido.

Parte también de la población fue trasladada a  las islas de  la  Sociedad  como mano de obra. Y los descendientes que retornaron, lo hicieron como  evangelizadores de su propio pueblo.

Hoy en día, el  visitante  puede transportarse  en  el  tiempo asistiendo  a  las  ceremonias  religiosas, como  las misas en las que se entonan cánticos y  oraciones tal como  lo hacían  los primeros evangelizados rapanui.

Es  importante  destacar  que  esta  ceremonia  no  ha  sufrido  grandes  cambios  desde  esa  época, es decir, que es la más  antigua que  se  realiza  en  la  isla  tal y como se concibió y  una  de  las  mas  auténticas muestras del sincretismo religioso.

Durante el año y de acuerdo a la tradición, varias familias preparan grandes umu o curantos, Ngongoro ‘atua, que se puede traducir como banquetes sagrados,  ofrecidos a la población para cumplir su compromiso y devoción a Dios  y  demostrar su capacidad de entregar alimento a muchas personas a cambio de nada material, pero sí de prestigio o “mana”.

Es una manifestación  abierta a la comunidad por lo que todos, incluyendo visitantes, están invitados a degustar las comidas rapanui en la preparación típica local, el umu que se prepara en forma similar al curanto en Chile continental.

En un hoyo excavado en tierra, se calientan piedras con gran cantidad de leña seca. Y una vez que éstas toman el color rojo por la candencia se retiran los carbones y se depositan las carnes, pescados, batatas y todo cuanto se requiera cocinar, todo envuelto en hojas de plátano. Según la cantidad de comida a cocinar, habrá una variación en el tiempo de cocción, que a su vez dependerá del tiempo en que se mantendrá cerrado el curanto.

Para estas fiestas, en particular, se preparan más de dos mil raciones entre carne, pescados y tubérculos como componentes principales. Además se sirven plátanos, quesos, miel u otros productos que las familias tengan en sus parcelas.

Cerca  de 21  fiestas católicas de este tipo se  realizan  durante el año.

Algunas de estas se realizan:

En Marzo o Abril  Pakate (Pascua de Resurrección) a cargo  de la  familia Teao Terongo.

En  Mayo, Te tatauro mo’a (De La Santa Cruz), de la familia Araki Pakomio.

En Mayo, María Rapa Nui de las familias Paoa Pont  y Paoa Paté.

En Junio, Peneketote (Pentecostés), de la  familia Calderón Riroroko.

En Junio, Te mahatu mo’a o María (Sagrado Corazón de María) a  cargo de las familias Ika Paoa en el primer día y Paoa Tuki en el segundo día.

En Junio también Te Ngongoro o Petero (San Pedro) que es preparada por los pescadores de las caletas de Hanga Roa, Hanga Piko y Hanga Hohonu.

En Julio, María Karamera (Nuestra Señora Del Carmelo) preparado por dos familias: Ika Nahoe en Hanga Roa y Pakarati Araki en Mo’e Roa.

En Agosto otra  fiesta  a cargo  de la Familia Pate Riroroko

En Septiembre,  Mihaera Peata (Arcángel San Miguel) familia Haoa Pakomio

En Octubre,  Te euharí  de la familia Pakomio Tekena

En Octubre familia  Nahoe Avaka

En Diciembre  Te ‘umu  o te  Noere (Natividad del Señor) familia Teao – Chávez

Hoy en día, con la creciente industria  del turismo se han potenciado las actividades artísticas como las danzas y los cantos que tomando las corrientes de influencia  desde Tahití y el continente  ofrecen al visitantes  presentaciones especiales  para visitas.

En  el verano las primeras dos semanas de Febrero se realiza una fiesta artístico cultural donde gran parte de las familias antes nombradas compiten en eventos deportivos y artísticos organizados por la municipalidad  con el financiamiento del estado y el aporte importante de la comunidad  en especial, de  las familias quienes compiten por su prestigio.

La Tapati Rapa Nui  es la fiesta  máxima  donde la comunidad se une  para  desplegar y mostrar sus  mejores presentaciones artísticas  culturales que sustentan su poder o Mana en la  unión familiar o interacción entre  familias.  Existe también un segmento de familias que han optado por una  participación más progresista  y se encargan de la industria turística entregando servicios  a  los  visitantes en sus  hoteles y residenciales.

La artesanía constituye un atractivo importante para los visitantes, se pueden encontrar diferentes tipos , la más numerosa e importante son las replicas  de las grandes estatuas en madera y  piedra volcánica.  Otro tipo de igual  o  mayor importancia son las replicas de pequeñas estatuas que antaño tuvieran una utilidad diferente  como símbolos y amuletos  hoy son  vendidas como recuerdos, figuras humanas, anzuelos de piedra y hueso, figuras zoomorfas y objetos utilitarios, bandejas, cucharas, joyas de obsidiana,  colgantes y amuletos de coral , piedra, obsidiana, hueso  y  madera.

El pueblo rapanui  por medio de sus expresiones se mantiene y lucha de proteger su identidad. El paso del tiempo, la aculturación, el progreso, la globalización, la modernidad, turismo son  factores que en principio parecen y son tomados  como  amenazas,  pero, en el dinamismo de la cultura está la clave para el desarrollo y la preservación de los rasgos principales del ser rapanui.

Te mana , te ‘ao , te ‘Atua, te me’e tapu.

Julio Hotus Salinas

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